Paisajismo y/o diseño de jardines


Desde pintor de paisajes hasta jardinero. Son algunas de las interpretaciones de la palabra “paisajista” que me he encontrado en estos años de profesión. Sin contar los muchos desconocedores de este bello y milenario oficio. Tengo que reconocer que los dos títulos anteriormente mencionados, serían una total honra para mí y siempre me cuesta corregir al interlocutor. ¿Quién no querría pintar paisajes? ¿Quién no querría practicar una jardineria bella, respetuosa y consciente para crear un mundo menos duro y más sabio?

¿Dónde hay que firmar?

Las manos de Manuel, el jardinero al cargo del mantenimiento de un jardín a rediseñar. Me hizo este dibujo (con líneas hechas con regla) para que supiera lo que estaba cuidando. Hats off!


Siento un profundo respeto por todos los profesionales vivos y hambrientos de conocer. Con dedicación y compromiso para crear jardines-joyas invisibles al mundo y que sólo algunos podrán tocar y disfrutar. Hechos a medida, en muchos aspectos. Eso tendría que ser un valor muy importante en una sociedad con futuro. Jardiner@s, herrer@s, paisajistas*, constructor@s, carpinter@s… deberían ser profesiones consideradas importantes y fundamentales. Al final, son, entre otr@s, l@s que han construido el mundo en el que vivimos. Cierto es que, a veces, mejor y, a veces, peor.

Me gusta pensar que mi compromiso con el diseño de jardines y paisajes es darle valor a la profesión, intentando diseñar espacios con carácter, sí, pero también con respeto. Respeto por el lugar, las preexistancias y los procesos naturales intrínsecos. Pero también respeto al cliente, a la arquitectura, al estilo, a los diferentes profesionales y al futuro que vendrá. Hacer las cosas cuánto más correctas mejor (ahí esta la subjetiva clave) y para que duren.

Trabajemos con clientes que valoran nuestra profesión y que no intentan encabir ideas y estilos que han visto, quién sabe dónde, en su trozo de tierra. Pinterest es un preciosa arma de doble filo.

Siempre pongo el ejemplo del césped. Quíen pensaría en plantar césped en latitudes dónde los veranos són tórridos y secos, y al que habrá que regar infinitamente. Y al que habrá que tratar químicamente, infinitamente. Y al que habrá que segar, airear y escarificar infinitamente. Pienso que tiene que haber un compromiso humano al lugar dónde resides para tener lo que puedes tener y no lo que puedes hacer o pagar. Me gusta la gente que piensa así. Evidentemente, si el cliente quiere césped en el Sahara, tendrás que tomar una decisión al respecto. O pedirle al cliente que, por favor, se maraville leyendo “Perdido en el paraíso” de Umberto Pasti. Quizá, entre esas líneas, podrá sentir cuán bello resulta entender y respetar tu alrededor.

No sé si conseguiré cumplir con todo lo nombrado anteriormente, pero lo intento.


* ¿Os habéis fijado que un hombre y una mujer son “paisajistas”? Así, sin género. No hay “paisajistos”. En catalán, tampoco. Eso tiene que decir algo de una profesión de futuro.


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“Pintar de blanco es no tomar ninguna decisión”