Plantus invasorus
Parece el nombre de una planta, pero no lo es.
Hace unas semanas estaba reunido con el Ayuntamiento de Barcelona y alguien soltó: “No se puede plantar la Sophora japonica porque es invasora.
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¿Qué es una planta invasora? y ¿Quién lo dice?
Es un tema recurrente y que hay que tener en cuenta al diseñar jardines. Traer plantas de fuera y plantarlas en nuestros jardines puede tener consecuencias.
En ecología, y para resumir mucho, las plantas invasoras son aquellas que (por alguna razón) llegan y entran en competencia con un ecosistema aparentemente establecido. Para que sean “peligrosas” deben tener una ratio de crecimiento, resistencia y propagación mayor a aquellas especies existentes en el ecosistema. Por lo tanto, ganan terreno a las existentes más rápido, llegando incluso a eliminarlas.
Esto vendría a ser “malo” según la ecología de ecosistemas porque desestabiliza una comunidad vegetal, y también animal. Y visto así, es obviamente malo si se tiene un mínimo de respeto e interés por otro ser vivo.
Pero ¿quién lo dice?
La ciencia (Homo sapiens).
Y la ciencia es una disciplina empírica y rígida, que necesita categorizar y ordenar absolutamente todo para poder contabilizarlo. Y menos mal que es así, en muchos sentidos. Está claro.
¿Cómo sabemos que el paisaje mediterráneo que conocemos hoy es el endémico, el real? El que vale.
Hace miles de años, por algún motivo, alguien introdujo la higuera (Ficus carica) desde Asia Menor. Y hasta hoy. Nadie negará que la higuera es un árbol considerado mediterráneo. Muy nuestro.
El granado (Punica granatum) viene de tan lejos como el norte de los Himalayas, en la India.
Aunque hagamos mucho “zoom” al rastrear el origen real de una especie, es muy difícil señalar un lugar exacto de génesis. Normalmente se habla de áreas: Europa occidental, Región Mediterránea, Asia Menor, Australia… Y son áreas enormes.
Se considera que el pino piñonero (Pinus pinea) es un árbol nativo de la región mediterránea, que va desde Siria hasta Portugal, pasando por el Norte de África. No sé cuantos kilómetros cuadrados de territorio debe haber, pero incomprensiblemente enorme.
Imaginemos por un momento que un piñón se “origina” en Porto (Portugal) y, de él, crece un hermoso pino, que se reproduce mediante piñones y va colonizando los alrededores. Para llegar desde Porto hasta Siria se requiere de un sistema genético de colonización que permite que una especie avance sobre el territorio hasta que las condiciones climáticas no se lo permitan. Ese pino piñonero tiene escrito en sus genes que su copa se abra al máximo posible para que sus piñas reproduzcan la especie lo más lejos posible.
Y aquí, en Barcelona, por ejemplo, se considera que la Sophora japónica es invasora y el Pinus pinea no. Y los dos tienen el mismo gen colonizador, con el mismo objetivo de sobrevivir, mediante la expansión a nuevos territorios. Es decir, no sobrevivo quedándome donde estoy, sinó expandiéndome a territorios desconocidos. Paso a paso. Error acierto. Probando. Eso tiene algo de lección de vida.
Plantus invasorus no existe, al igual que no existen las plantas invasoras. Porqué todas lo son. Y eso no tiene porqué ser algo negativo, siempre y cuando mantengamos la coherencia y estudiemos bien las características de la planta y dónde va a plantarse.
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Desde el primer asentamiento humano y el descubrimiento de la agricultura, el hombre ha movido plantas para arriba y para abajo con fines varios como comida, medicina y madera... Cuanto más aventureros eran, y más se adentraban en el paisaje desconocido, más plantas conocían, analizaban y estudiaban. Y se las llevaban a casa para explotarlas y/o gozar de su belleza. ¿Podríamos considerar eso como supervivencia, o como destrucción?
¿Tener la posibilidad de contemplar una rosa, es supervivencia?
La voluntad de dar uso práctico y artístico a los elementos del mundo es una característica intrínseca del ser humano desde hace millones de años. Ligado a la necesidad que siente de apropiarse de todo aquello que considera bello o útil. Y si no puede, busca la tecnología para hacerlo. Como los actuales experimentos para plantar huertos en la Luna.
Hay gente que pasa sus horas estudiando cómo hacer crecer una col en la Luna.
Alucino con el Homo sapiens.
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Hoy en día, en el mundo de la jardinería, se mueven semillas y planteles de una punta a la otra del mundo constantemente. Es bastante probable que haya plantas de todos los continentes en los alrededores de tu casa. Si están allí es porqué alguien en algún momento de la historia, por algún motivo (sea el que sea) decidió traerlas de muy lejos. Y hoy las disfrutas tú.
¿Quién no ha cogido un esqueje de un jardín?
La Plantus invasorus sería el nombre que el Homo sapiens le daría a esa planta que fuera invasora en cualquier parte del mundo. Y nada puede ser invasor omnipotentemente. Para ser invasor tienes, por consiguiente, que no serlo en algún lugar.
Todo esto para que no te sientas mal si tienes una planta invasora en tu casa. Disfrutad de vuestras cortaderias, hortensias y aspidistras. Y maravillaros con vuestros helechos, los perales y los aguacateros. Todos vinieron de lejos.
P.d. Si algún ecólogo lee esto, perdón.
